Comunidad, padres de familia, niños, niñas y docentes del colegio San Bartolomé La Merced se reunieron con el equipo de la Secretaría de Ambiente y la empresa Aguas de Bogotá para plantar 132 nuevos árboles en el humedal La Conejera, ubicado en la localidad de Suba.
Durante la jornada se plantaron especies como laurel, alcaparro, tabaquillo, garrocho, gurrubo, amargoso, arrayán, corono, espino garbanzo, aliso y guaba, entre otros, que se caracterizan por tener una excelente adaptabilidad y resistencia a las condiciones ambientales de la zona.
Jenny Esteban, administradora del humedal La Conejera, dijo que “la plantación de estas especies arbóreas es vital para esta zona, teniendo en cuenta que esta área del humedal La Conejera conecta con otros ecosistemas de la ciudad y aporta al beneficio ambiental de la ciudad”.
Agregó que “agradecemos a los miembros del colegio San Bartolomé La Merced por vincularse a esta actividad de siembra de árboles nativos y plantas herbáceas y arbustivas que ayudan a restaurar el ecosistema».
La Administración Distrital recordó que el humedal La Conejera está ubicado en Suba y tiene 58,89 hectáreas en las que alberga anfibios, reptiles, mamíferos y más de 100 especies de aves, según los datos registrados por el Grupo de Monitoreo de Biodiversidad de la Secretaría de Ambiente.
De igual forma, la Secretaría de Ambiente está preparando más de 220.000 individuos vegetales en los tres viveros que administra (Ceresa, Soratama y Entrenubes) para plantarlos durante los próximos meses en los Cerros Orientales, humedales, quebradas y otros espacios naturales de Bogotá.
“El solo hecho de tener esta vinculación alrededor de la naturaleza con los niños y sus padres de familia es fundamental para el proceso de formación que nosotros llevamos a cabo y, por supuesto, para la generación de conciencia ambiental que se realiza desde las aulas”, dijo Jorge Rodríguez, docente del colegio San Bartolomé La Merced.
Por su parte, Pablo Esteban Joven, uno de los niños que participaron en la plantación dijo que: “Me pareció muy buena la actividad porque estamos cuidando la casa común, el planeta Tierra, y también me gustó porque pudimos sembrar árboles juntos. Se siente alegría”.
